
Écfrasis.
Sobre la fantasía, el prejuicio y la vileza.
La exploración y colonización de la tierra en la Era de los descubrimientos dejó como testimonio un conjunto de sorprendentes imágenes que en su momento pretendieron representar y comunicar las primicias de esos novísimos mundos. Imágenes llenas de fantasía e ingenuo encanto, pero también de prejuiciosas declaraciones morales, religiosas y políticas.

Las descripciones de esas tierras ignotas, exóticas y fundamentalmente “diferentes”, generaron sentimientos colectivos de fascinación, temor, aprensión y muchas veces franco rechazo.
Estas formas de pensamiento fantasioso perviven soterradamente y cobran vigor en este nuestro tiempo marcado por los desplazamientos y las tensiones y conflictos sociales resultantes de ellos.
A partir de estas imágenes, la alegoría sirve como herramienta para desplazar su expresión original resignificándola en un contexto diferente para llamar la atención sobre la complejidad de un presente atravesado por formas culturales de un pasado persistente.
“Según Owens La alegoría actúa en un espacio intermedio entre el pasado y el presente; es, al mismo tiempo, la causa y el resultado de una ruptura en la construcción lineal del tiempo y de la historia…”
“La alegoría expone lo oculto, abre lo clausurado a través de la enunciación de un espacio intersticio, sin definición como fue o es. A través de la alegoría, podemos volver a ver tanto
el pasado como el presente; cada uno en función y comparación del otro. Es así que el procedimiento, la actitud alegórica, abre una grieta en la cual se posibilita un emplazamiento por fuera del tiempo y del espacio, por fuera de un significado ‘original’, para revisar el entendimiento que tenemos de lo que fue y de lo que es.” Una y Doce Fotografías de Miguel Ángel Rojas. Monografía de grado. Andrés David Montenegro Rosero. Especialización en Historia y Teoría del Arte Moderno y Contemporáneo. Universidad de los Andes. Febrero 13 de 2008.

La manera en que percibimos y conformamos una idea del mundo y de la realidad, de las cosas, los seres y los hechos, está fundamentada en un sistema de ordenamiento de este conocimiento fruto de un complejo sistema cultural construido por siglos de observaciones y valoraciones.
Este capital ideativo está conformado por la experiencia directa y por la inserción de símbolos que convierten la percepción inmediata en una imagen genérica. En este paso hacia un nivel
abstracto del pensamiento confluyen formas como el pensamiento mágico y las creencias.
En el pensamiento mágico los conocimientos pueden o no ser exactos y se sustentan sobre una base incierta, en relación, con hechos que pueden, o no ser reales.
Las creencias como estados mentales fundamentados en el aprendizaje de interpretaciones culturales de la realidad están siempre cargadas de la necesidad de asimilar y dar una forma aceptable social, sicológica y política a aquello que resulta diferente, desconocido o incomprensible.
La fantasía como sucedáneo del conocimiento es la forma de neutralización de la falta de cabal comprensión de un hecho o un sujeto.
La historia del conocimiento, de la ciencia y de los sistemas de clasificación y catalogación de la naturaleza está construida en parte por la realidad concreta y verificable y en gran medida por la fantasía.
Allí la intervención de la imaginación y la aportación de los artistas se constituye en un fascinante y vivido testimonio de la historia y en un reflejo de las complejidades del pensamiento y las relaciones humanas y sus patologías.

Aristóteles en su “Historia de los anímales” describe cerca de 500 especímenes distintos basándose en las observaciones personales y en las noticias y el material allegado por los expedicionarios de Alejandro Magno entre otros. En la obra, aunque no se hace eco de la existencia de animales fantásticos se privilegia la descripción de animales raros y extraordinarios inaugurando una tendencia universal por lo exótico. Aunque está plagada de errores e imprecisiones tiene el mérito de ser la primera obra científica en el campo de la taxonomía zoológica.

Plinio el viejo (Siglo I D.C) quien continuó la obra aristotélica fue menos riguroso y en su obra “Historia Natural”, la primera enciclopedia de la historia, de gran influencia en el medioevo y una de las obras más populares del renacimiento, incluye la descripción de seres fabulosos y animales mitológicos dando por sentada su existencia real. Cíclopes, basiliscos, blemias (acéfalos), sátiros, unicornios, grifos y aves fénix fueron incluidos en la obra del latino.
La obra de Plinio el Viejo tuvo una inmensa difusión y fue utilizado como referente durante siglos sirviendo de corroboración a los mitos y creencias populares sobre la existencia de criaturas extraordinarias en los confines de las tierras conocidas. Historia natural de Cayo Plinio Segundo

“La India y la tierra de Etiopía están grandemente llenas de cosas maravillosas …
En el monte Milo hay hombres con los pies vueltos al revés y tienen en cada pie ocho dedos, según dice Megastenes. En otros muchos montes hay hombres que tienen las cabezas como perros, los cuales se visten de pellejos de fieras y en lugar de hablar ladran, …
de estos escribe Ctesias que hubo más de ciento veinte mil cuando él escribía …
También escribe que hay ciertos hombres llamados Monoscelos, los cuales no tienen sino una pierna y son ligerísimos en el saltar, y estos mismos por otro nombre se llaman Sciopodes, porque cuando hace gran sol se ponen en tierra y con el pie se hacen sombra para todo el cuerpo.
Viven éstos no muy apartados de los Trogloditas.
Luego hacia el occidente hay hombres sin cabeza y tienen los ojos en los hombros.
En los montes Subsolanos de la India (llamase región de los Catardulos) hay Sátiros, los cuales son velocísimos …
El auge de las exploraciones y la navegación en la llamada Era de los descubrimientos, que transcurre entre principios de siglo XV y comienzos del XVII, trajo para Europa una ampliación del acervo de imaginarios fantásticos alimentado por las narraciones
extraordinarias de los viajeros que retornaban de esas tierras lejanas y desconocidas.
La popularización de la imprenta hizo de este tipo de descripciones y relatos un genero de inmensa difusión y gran éxito comercial.

Como antecedente, Marco Polo en sus crónicas de viaje “Ir Misione”, 1295, relata entre otras cosas fantásticas el haber visto hombres con cabeza de perro en la isla de Angaman y unicornios en el reino de Bosan.
“173. De la isla de Angaman. Angaman es una isla muy grande, sin ley ni rey. Son idólatras, viven como los animales salvajes. Y tenemos que apuntar en el libro una extraña visión de estas gentes. En esta isla los hombres tienen cabeza y dientes de perro,
y en su fisonomía parecen enormes mastines. Son muy crueles y antropófagos y se comen cuantos hombres prenden que no sean de sus gentes.” El Libro de las Maravillas .

El inglés John Mandeville, quien desde al año 1327 viajó treinta y tres años por Asia y África, describió por ejemplo el encuentro con hombres de una sola pierna y un gigantesco pie que les servía de sombrilla al dormir.

En 1493 se publicaron las Crónicas de Nuremberg, el Liber Chronicarum, una compilación histórica de fuentes antiguas y contemporáneas realizada por el doctor, humanista y bibliófilo de Nuremberg Hartmann Schedel El Liber chronicarum, es uno de los libros más densamente ilustrados y técnicamente avanzados de los comienzos de la imprenta. 1809 ilustraciones coloridas complementan el texto en el que no deja de incluirse la descripción de criaturas prodigiosas como los cíclopes, los cinocéfalos (hombres con cabeza de perro), unípodos (veloz raza de hombres de un solo pie) y otros muchos. Como dato notable se refiere que un joven Albrecht Dürer participó como aprendiz en la realización de las ilustraciones.

El descubrimiento de América, como uno de los sucesos más conmocionantes de la historia, como el encuentro de una eutopía, un mundo soñado y promisorio y simultáneamente de una distopía, un lugar siniestro, ominoso, no escapó desde luego a esta fiebre de prodigios y fue la fuente de incontables narraciones fantásticas. ¿Cuál ingenio mortal sabrá comprehender tanta diversidad de lenguas, de hábitos, de costumbres en los hombres destas Indias? ¿Tanta variedad de animales, así domésticos como salvajes y fieros? ¿Tanta multitud innarrable de árboles, copiosos de diversos géneros de frutas, y otros estériles, así de aquellos que los indios cultivan, como de los que la Natura, de su propio oficio, produce sin ayuda de manos mortales? ¿Cuántas plantas y hierbas útiles y provechosas al hombre? ¿Cuántas otras innumerables que a él no son conocidas, y con tantas diferencias de rosas e flore e olorosa fragancia? ¿Tanta diversidad de aves de rapiña y de otras raleas? ¿Tantas montañas altísimas y fértiles, e otras tan diferenciadas e bravas? ¿Cuántas vegas y campiñas dispuestas para la agricultura, y con muy apropiadas riberas? Historia general y natural de las Indias, islas y Tierra Firme del mar Océano Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés. 1535

Otro ejemplo notable de este tipo de publicaciones es la llamada “literatura de cordel”, por la singularidad de la manera en que se comercializaban, exhibidas en tendederos de cuerdas tensadas de las que colgaban como piezas de ropa.
A partir del siglo XV empezaron a circular hojas volantes que hoy se conocen con el nombre de pliegos sueltos. Entre los géneros que se incluían en estos pliegos estaban las relaciones de sucesos, que fueron los primeros impresos noticiosos. En ellas se transmitían noticias sobre hechos reales, pero también sobre acontecimientos extraordinarios, sobrenaturales y francamente inverosímiles en la mayoría de los casos.

Mención especial merece la obra y la figura singular del orfebre, grabador, autor y editor de libros de ocultismo y seudo-historia de América, el liejense Theodorus de Bry. Lieja1528 – Fráncfort, 27 de marzo de 1598.
Bajo la firma de de Bry se publicaron directamente cerca de doscientos libros, incluyendo una muy difundida serie de obras ilustradas de las Américas.
Theodor de Bry fue además uno de los instigadores más prolíficos de las leyendas negra y blanca respectivamente. Las dos se construían y fomentaban desde sus numerosas ediciones de libros, que dedicaba a sus monarcas y nobles alternando las ediciones de ocultismo con las de seudo historia.
La leyenda negra escrita por él como guionista se dedicó a atacar a la corona España y a la Iglesia católica. La leyenda blanca se dispuso al servicio de Inglaterra y de sus aliados.
De Bry ciertamente construyó un imaginario sobre América y sus habitantes que influyó por siglos en la visión sesgada y negativa que de ellos se tiene a nivel universal. Sus errores o intencionales manipulaciones de la representación de América son protuberantes. En un sentido antropológico, por ejemplo, su representación de los habitantes de las Américas es totalmente desacertada pues describe una antropometría más próxima al canon greco romano que a la real configuración anatómica de los naturales del continente.

En sus múltiples ediciones dedicadas al nuevo mundo, trató de muy diferente manera visual a los indígenas del entorno de influencia inglesa que a los del entorno de dominación española, estos eran dibujados como monstruos con uñas demoníacas, y con rasgos que incluían el canibalismo y la sodomía, cosas que en realidad correspondían a una realidad ritual y cultural. Mas allá del sentido pintoresco y de el extravío científico de de Bry deben leerse en sus ilustraciones una serie de aciertos históricos que han sido minimizadas por la narración oficial, que son de la máxima gravedad ética y que marcan como una herencia nefanda la conformación sicológica y cultural de nuestro continente.
Que la colonización de América conllevó una serie de excesos, tropelías y violaciones es un hecho incuestionable y bien documentado. Un caso infame, relatado por diversos autores e
ilustrado de forma escalofriante por de Bry, es el del emperramiento de indígenas al que nos referiremos más adelante. La instauración de la esclavitud y toda la historia de desplazamiento forzoso y crueldades inenarrables, indiscutible. El despojo brutal de las ricas culturas nativas con su consecuente desmedro y pauperización, imperdonables.
A estas alturas no pareciera pertinente por intemporal ningún reclamo sobre estos nefandos sucesos y sin ninguna intención vindicatoria es bueno no olvidar la historia pues de ella estamos hechos.
Tanta vileza en las aterradoras tropelías de los llamados actores del conflicto actual en Colombia, pareciera tener origen al menos en parte en la herencia de ese insoslayable pasado abyecto.

La criptozoología, literalmente: ‘el estudio de los animales ocultos’, es un fenómeno cultural que se ocupa de la búsqueda de animales denominados comúnmente criptidos, cuya existencia es
improbable y que tiene su origen en las tradiciones populares de todas las culturas.

Así reza el texto de la cartela que encabeza la xilografía: “En el año de 1513 después del nacimiento de Cristo, el 1 de mayo, fue traído desde la India a Lisboa para el poderoso rey Emanuel de Portugal un animal que llaman rhinocerus. Aquí está reproducido en su forma completa. Su color es como el de una tortuga moteada, y está muy protegidamente cubierto de gruesas escamas, y en tamaño es similar al elefante, pero más corto de piernas y mucho mejor preparado para la lucha. Tiene un cuerno agudo y fuerte encima de la nariz, que gusta de afilar allí donde hay rocas. Es un animal victorioso, enemigo mortal de los elefantes. El elefante le teme terriblemente porque cuando se le acerca, el animal lo enfrenta con la cabeza entre las patas anteriores, y desgarra desde abajo el vientre del elefante, y lo mata, pues no puede defenderse. El animal está tan bien acorazado que el elefante nada puede contra él. También se dice que el rhinocerus es un animal veloz, confiado e incluso alegre.”


De la misma manera la teratología entendida como la disciplina científica que estudia a las criaturas anormales, del griego antiguo, θερατος theratos, que significa monstruo, tiene su origen en la observación de las desviaciones del patrón normal que por superchería, prejuicio e ignorancia antes de tener una razón científica eran atribuidas a conductas amorales y a castigos divinos o intervenciones de fuerzas demoníacas.
Un caso singular es el del cirujano francés Ambroise Pare Bourg Hersent, Laval, 1510 – París, 20 de diciembre de 1592
Estas supersticiones fueron convenientemente explotadas por los mercaderes de la literatura fantástica y de ellas se sirvió el poder político y religioso para instigar un temor exacerbado por todo aquello que representaba la novedad y el extrañamiento de un mundo primicial, para justificar así acciones atrabiliarias contra personas y pueblos que representaban un impedimento en el camino de las conquistas.
El monstruo es hijo del establecimiento que lo excluye y de la rebeldía que simboliza, la historia está plagada de su presencia manifiesta en los temores que suscitan las alteraciones sociales, individuales o físicas con su carga de marginación. Los monstruos son excresencias sociales y su inefable fauna está compuesto por los primitivos, los bárbaros, los indígenas, los extranjeros y en general los marginales y los inadaptados. Ellos nos recuerdan los peligros de la diferencia y las escandalosas limitaciones de nuestros propios conceptos.
Son monstruos quienes no se ajustan a patrones establecidos. Y las características que mejor los definen son su identidad irreductible y su semblante perturbador.

En la terminología del mestizaje imperante en las colonias americanas existieron infames nominaciones que denotan la percepción de esta presencia sobrecogedora. La clasificación No te
entiendo es el resultado del cruce entre Mulata y Tente en el Aire y claramente es el intento “taxonómico” de clasificar lo inclasificable, aquello que desborda la norma y el buen acuerdo.
En la misma América contemporánea, atavismos lingüísticos de este oprobioso sistema clasificatorio siguen en uso para nominar de manera despectiva a ese otro susceptible de exclusión por su naturaleza diferente e “inferior”. Zambo, Chino, Cuarterón, Lobo, Jarocho, Cholo…

Hoy en una Europa nuevamente permeada por el racismo y el prejuicio, el Sudaca o Sudoca, los Panchitos, Los Machu Pichus, el Guachupino y el Payopony son formas de nominar a ese otro perturbador e incomodo a ese monstruo perviviente y la necesaria, desesperada, nueva colonización mercantilista de las tierras de ultramar trae a cuento en el imaginario colectivo toda suerte de fantasías recargadas, ahora adobadas de matices sexuales y de los tintes del nuevo malum local, de los nuevos monstruos, los criminales, los guerrilleros, los sicarios, los secuestradores, los terroristas, los déspotas, los abusones y las putas. Todos “fruto de la degradación moral y de la degeneración racial”.

Resplandor
A partir de estos motivos, imágenes y reflexiones surge el proceso creativo. La apropiación y resignificación de los grabados originales no puede concebirse como una salida facilista, estetizante, sino como una forma de problematizar a partir de una imagen problemática.
Como lo manifiesta Owens: “La imaginería alegórica es una imaginería usurpada; el alegorista no inventa imágenes, las confisca. Reivindica su derecho sobre lo culturalmente
significante, presentándose como su intérprete, y en sus manos la imagen se transforma en otra cosa.”
OWENS, Craig. El Impulso Alegórico: Contribuciones a una teoría de la posmodernidad. En: Arte después de la Modernidad. Ed. Brian Wallis.Madrid :Akal,2001.p.205.
De esta suerte en la serie Resplandor (2013) la
tridimencionalización de las imágenes del repertorio medioeval, mas halla de la citación estetizante de un tema anacrónico dotado de un innegable atractivo visual, es un dispositivo crítico que señala la pertinencia de la convocación de estas imágenes frente a las formas de discordancia social pervivientes en el mundo contemporáneo.
El bronce desnudo aporta a la reflexión histórica su connotación simbólica como material próximo en su cualidad visual al oro y las aleaciones usadas por las culturas prehispánicas. Ironizando también con el falso oro de los charlatanes y estafadores que no pasa de ser una aleación próxima al bronce.
La tumbaga es el nombre que los españoles le dieron a una aleación de oro y cobre que fabricaban los orfebres indígenas de América.
Numerosas culturas precolombinas que destacaron por su rica orfebrería, como la de la Tolita, la Tairona o la Quimbaya, utilizaron la tumbaga para elaborar diversos objetos ceremoniales y adornos.
Fernández de Oviedo escribe: Pues hasta aquí se ha tratado de las minas del oro, y demás deso se ha dicho al propósito del oro todo lo que más me ha parecido que se debía escribir. quiero, antes que
pase la historia adelante a otras materias, como en lugar apropiado a ésta, decir cómo los indios saben muy bien dorar las piezas e cosas que ellos labran de cobre e de oro muy bajo. Y tienen en esto tanto primor y excelencia, y dan tan subido lustre a lo que doran, que parece que es tan buen oro como si fuese de veinte e tres quilates o más, según la color en que queda de sus manos. Esto hacen ellos con ciertas hierbas, y es tan grande secreto, que cualquiera de los plateros de Europa, o de otra parte
donde entre cristianos se usase e supiese, se tendría por riquísimo hombre, y en breve tiempo lo sería con esa manera de dorar.
Y retomando nuestro tema del color no es de dejar a un lado la referencia cromática: el color del oro. Para los expertos su clasificación técnica en el espectro tiene una denominación de equivalencia numérica precisa.
Oro es un color amarillo naranja que evoca el aspecto cromático del oro nativo, es decir, del oro casi puro. Es una coloración que se encuentra estandarizada, pudiendo hallársela en inventarios cromáticos y catálogos de colores.


El Soplo de Oro
Gonzalo de Rojas escribía allá por el año 1636 lo siguiente refiriéndose al áureo sueño de El Dorado: “En primer término, tenía que desplazarse al gran lago de Guatavita para efectuar ofrendas y sacrificios al demonio que la tribu adoraba como dios y señor. Durante la ceremonia que tenía lugar en el lago, construían una balsa de juncos que adornaban y decoraban con sus mejores bienes, colocando en ella cuatro braseros encendidos, en los que quemaban abundante moque – el incienso de estos nativos – y, también, resina y otras muchas esencias. El lago es grande y profundo, y por él puede navegar un buque de borda alta, cargado con infinidad de hombres y mujeres, ataviados con vistosas plumas, placas de oro y coronas de oro… Luego desnudan al heredero hasta dejarlo en cueros, untándolo con tierra pegajosa, sobre la que aplican polvo de oro hasta dejarle el cuerpo enteramente cubierto de este metal. Lo instalan en la balsa, en la que permanece inmóvil, y a sus pies sitúan un gran cúmulo de oro y esmeraldas para que se las ofrezca al dios. Además de él, en la balsa le acompañan cuatro de los jefes principales, adornados con plumas, coronas, brazaletes, colgantes y pendientes, todo de oro. También ellos van desnudos y llevan ofrendas. Cuando la balsa se aparta de la orilla, se escucha música de trompetas, flautas y otros instrumentos, y cantos que reverberan en las montañas y valles, hasta que, al llegar la balsa al centro del lago, izan una bandera en señal de silencio. Entonces hace su ofrenda el Hombre Dorado, que arroja todo su oro al fondo del lago; los jefes que le acompañan efectúan asimismo sus ofrendas, en turnos sucesivos. Y con esta ceremonia queda proclamado el nuevo gobernante, reconociéndoselo como rey y señor“.

El soplo de oro, una de las piezas centrales de esta serie nos está recordando el motivo central de la serie, que es traer a cuento la persistencia de un ansia malsana que ha sido y es el motivo de tanta tropelía.
La explotación de los metales como el oro y el coltán o Columbita, uno de los minerales estratégicos más valiosas, siguen siendo en la actualidad el motivo de
una violencia desbordada. Mafias internacionales en una nueva actitud corsaria usurpan por medio del terror y la corrupción, la riqueza de estas tierras, las mismas tierras del Dorado colonial.

El nombre de “Calibán” puede tener su origen en una transliteración de la palabra “caníbal”, que a su vez es una deformación de la palabra Caribe. Caliboun es también un término romaní para “negro”. Todas estas referencias parecen vincular a Calibán con la visión europea de los nativos americanos y africanos. Además, Shakespeare pudo inspirarse directamente en la obra de Montaigne De los Caníbales, uno de cuyos párrafos es recitado textualmente por uno de los personajes.
Mientras que algunos humanistas creían haber encontrado el Jardín del Edén, Montaigne lamentaba la conquista del Nuevo Mundo en razón de los sufrimientos que aportaba a los que por ella eran subyugados mediante la esclavitud. Hablaba así de «viles victorias». Se encontraba más horrorizado por la tortura que sus semejantes infligían a unos seres vivos que por el canibalismo de esos mismos amerindios a los que se llamaba salvajes.
Creo que es más bárbaro comerse a un hombre vivo que comérselo muerto; desgarrar por medio de suplicios y tormentos un cuerpo todavía lleno de vida, asarlo lentamente, y echarlo luego a los perros o a los cerdos; esto, no sólo lo hemos leído, sino que lo hemos visto recientemente, y no es que se tratara de antiguos enemigos, sino de vecinos y conciudadanos, con la agravante circunstancia de que para la comisión de tal horror sirvieron de pretexto la piedad y la religión. Esto es más bárbaro que asar el cuerpo de un hombre y comérselo, después de muerto.

En medio de lo que hoy es un espeso platanar en el caserío de Tanela, municipio de Unguía del departamento del Chocó en Colombia, Vasco Núñez de Balboa fundó en 1510 la ciudad de Santa María de la Antigua del Darién el primer asentamiento colonial español establecido en territorio continental de América. En 1957 Gerardo Reichel Dolmatoff en colaboración con el rey Leopoldo II de Bélgica establece la ubicación de la desaparecida ciudad saldando una larga disputa con Panamá.
En 1509 Balboa huyó de Santo Domingo debido a un problema de deudas embarcado como polizón y dentro de un barril con su perro Leoncico, posteriormente famoso por convertirse en el más feroz can mata indios.
El poblado se convirtió en un enclave fundamental para la colonización de la región riquísima en oro que era despojado con extrema crueldad a los nativos. Desde allí Balboa encaminó la expedición que el 1 de septiembre de 1513 descubrió el océano pacifico.
Después de haber -descubierto- el Mar del Sur, la expedición comienza el retorno a Santa María La Antigua del Darién. Durante el trayecto habían intercambiado oro y objetos de valor con las diferentes comunidades indígenas de la zona. Oviedo nos dice que Balboa mientras avanzaba -hizo la paz- con muchos caciques. En enero de 1514, Balboa y sus huestes llegaron a la provincia de Careca, gobernada por el cacique Torecha, quien -púsosele en defensa, y matáronle en la guazábara a él y algunos indios suyos; y allí se halló un hermano suyo vestido como mujer, con naguas, y usaba como mujer, con los hombres, y otros dos indios de la misma manera, que usaban como mujeres, y así con naguas; y los tenía el cacique por mancebas. Y esto se hacía en aquellas partes principalmente entre los caciques e otros indios, e se presciaban de tener tres e cuatro, y aun veinte indios, para este sucio y abominable pecado. Y aqueste viaje hizo Vasco Núñez quemar e aperrear cuasi cincuenta déstos, y los mismos caciques se los traían sin se los pedir, desque vieron que los mandaba matar, lo cual hacía porque les daba a entender que Dios en el cielo estaba muy enojado con ellos, porque hacían tal cosa, y por eso caían tantos rayos e tan espantables truenos; e por eso no les quería dar Dios el maiz y la yuca. Y deste temor, porque Dios aplacase su ira, le llevaban aquellos camayoas pacientes en tal delicto [sic]. Y a la verdad, era cosa temerosa y espantable los rayos y truenos que había en aquella tierra, y que yo oí aquel mesmo año de catorce que llegó el armada, y los que fuimos con el gobernador Pedrarias Dávila, porque quemaban Buhíos y mataban hombres-
-Hay entre esta gente abominables sodomitas, y los culpados en aquel delicto nefando contra natura y que son el paciente, aquél tal es amenguado y tenido en poco, y no el otro; y aquel que sirve de hembra en tal crimen, deja crescer el cabello hasta la mitad de las espaldas, como lo traen las otras mujeres. E tejen, e hilan, e hacen todos los otros oficios e servicios que usan y ejercitan las mujeres; y no osan tomar arco ni flecha ni otra arma, ni ocupar sus personas en cosa alguna en que los hombres se ejercitan. Y no es sola aquesta provincia donde aqueste maldito vicio se acostumbra en la Tierra Firme, por lo cual no me maravillo de mal que haya ni subceda en tal tierra. En esas tales cosas querría yo la diligencia de los cristianos para lo punir y castigar, y convertir los indios e apartarlos de sus vicios e idolatrías, y desengañarlos de aquellos sus diabólicos sacerdotes y ritos de Satanás– Fernández de Oviedo, Gonzalo. Historia General y natural de las Indias, T. III, Lib. XXIX
La represión canina fue particularmente utilizada para acabar entre otras con la sodomía, la homosexualidad o el bestialismo, prácticas que siempre fueron vistas como graves perversiones por una rígida moral católica que buscaba imponerse a toda costa. A Leoncico por ejemplo, lo especializaron en aperrear sodomitas lujuriosos, como los 40 o 50 putos que se encontraron en la provincia panameña del cacique Cuareca y que Balboa, ejerciendo de juez y ejecutor, mandó aperrear y luego quemar para que no quedara rastro de su abominable y sucio pecado: “La casa de este encontró Vasco llena de nefanda voluptuosidad: halló al hermano del cacique en traje de mujer, y a otros muchos acicalados y, según testimonio de los vecinos, dispuestos a usos licenciosos. Entonces mandó echarles los perros, que destrozaron a unos cuarenta”.
De Las Casas


Los monstruos

Los Cinocéfalos. Cynocephalus (del griego: κῠνοκέφᾰλοι) literalmente significa “cabeza de perro”. Se aplica a varios personajes mitológicos basados en seres
reales, como Papio cynocephalus, babuino sagrado de Egipto con la cara de perro.
En la Iglesia ortodoxa oriental, algunos iconos sugieren representaciones de San Cristóbal con cabeza de perro. Los antecedentes de este santo datan del reinado del emperador Diocleciano y sus campañas en Marmárica (al oeste de Egipto, la
Libia moderna): de acuerdo a los hagiógrafos, un coloso con cabeza de perro, fue capturado en combate por los romanos.

Los hombres con cabeza canina fueron situados en el nuevo continente desde un primer momento. Cristóbal Colón fue el primero en describirlos en su famoso “Diario de a bordo”. El 4 de Noviembre de 1492, el Almirante hacía la siguiente descripción de los susodichos seres:
“Entendió también que lejos de allí había hombres de un ojo y otros con hocicos de perros que comía los hombres, y que en tomando uno lo degollaban y le bebían la sangre y le cortaban su natura”.
Al leer esto, sin duda, nos viene a la mente una especie de ser monóculo y caníbal. Debía ser bastante extraño lo que Colón vio para describirlo de esa
manera, o bien, haber dejado ir su imaginación, aunque siempre teniendo como base ideas anteriores de lecturas de obras como las de Mandeville o Marco Polo. No sería ésta la única vez que el Almirante viera estos seres, el 26 de noviembre volvería a verlos y deducía que debían de pertenecer al señorío del Gran Can. Al
hacer esta deducción, Colón pretendía hacer ver que irremediablemente estaba en el reino del Gran Khan en Asia, por lo que ésos “cani” (perro en latín) debían de ser sirvientes o habitantes de dicho reino.
Desde el propio continente europeo también se recogían historias de cinocéfalos americanos, el propio Licóstenes recogería en el apéndice de su obra que en el continente americano habitaba un linaje de hombres con cabeza de perro.


Blemios o Acéfalos
Los blemios (en egipcio antiguo: brhm; en griego: Βλέμμυες o Βλέμυες), también conocidos como blemmyes, blemmyaes, blemmytas, blemmies o bleminges. Ya en las antiguas mitologías se hablaba de estos pueblos monstruosos y salvajes de extraordinario aspecto.
La fuente de información original acerca de los Blemias es Plinio el Viejo, en su compilación Historia Natural. En el Libro V, que describe África, aparecen diversos pueblos con características fantásticas: Gampasantes, Blemias, Gotapans, Himantópodas.
En concreto, los Blemias son descritos como: “Blemmyes traduntur capita abesse, ore et oculis pectore adfixis”, es decir: “Blemias, que no tienen cabeza y tienen la boca y los ojos en el pecho”. que habitaban la periferia del mundo.
Entre las fuentes que trasladan la existencia de los Blemios a América, se pueden destacar Los Viajes de Hakluyt, que alude al río y territorio de Gaora o Caora, habitado por hombres que se ajustan a la imagen de los Blemias de Plinio, o a los habitantes de la Guayana descritos por Walter Raleigh, que aparecen con el nombre de Ewaipainoma.

Las expediciones etnográficas del siglo XIX y XX en América dejaron también un inventario visual que hoy nos sirve como testimonio antropológico y fuente de investigación de un periodo interesantísimo de la historia local. Los ilustradores y fotógrafos de estas empresas científicas y seudo científicas dejaron un extenso material que en muchos casos se ha mantenido oculto o ha despertado poco interés, especial y extrañamente en el medio artístico. Una de las facetas que más me llama la atención es el retrato intencional o desapercibido de las precarias condiciones sociales de los pueblos de América y su, en muchos casos, ingenua circulación como material ilustrativo y pedagógico. Este material me ha servido para construir una ilación en el relato de “Resplandor” que nos trae a la contemporaneidad corroborando el sentido de remarcar las singulares condiciones de injusticia y vileza que han imperado en nuestro continente hasta la fecha.


EL UROBOROS
Ahora el Océano es un mar o un sistema de mares; para los griegos, era un río circular que rodeaba la Tierra. Todas las aguas fluían de él y no tenía ni desembocadura ni fuentes. Era también un dios o un titán, quizá el más antiguo, porque el Sueño, en el libro XIV de la Ilíada, lo llama origen de los dioses; en la Teogonía de Hesíodo, es el padre de todos los ríos del mundo, que son tres mil, y que encabezan el Alfeo y el Nilo. Un anciano de barba caudalosa era su personificación habitual; la humanidad, al cabo de siglos, dio con un símbolo mejor.
Heráclito había dicho que en la circunferencia el principio y el fin son un solo punto. Un amuleto griego del siglo III, conservado en el Museo Británico, nos da la imagen que mejor puede ilustrar esta infinitud: la serpiente que se muerde la cola o, como bellamente dirá Martínez Estrada, «que empieza al fin de su cola». Uroboros (el que se devora la cola) es el nombre técnico de este monstruo, que luego prodigaron los alquimistas.
Su más famosa aparición está en la cosmogonía escandinava. En la Edda Prosaica o Edda Menor, consta que Loki engendró un lobo y una serpiente. Un oráculo advirtió a los dioses que estas criaturas serían la perdición de la Tierra. Al lobo, Fenrir, lo sujetaron con una cadena forjada con seis cosas imaginarias: el ruido de la pisada del gato, la barba de la mujer, la raíz de la roca, los tendones del oso, el aliento del pez y la saliva del pájaro. A la serpiente, Jörmungandr, «la arrojaron al mar que rodea la Tierra y en el mar ha crecido de tal manera que ahora también rodea la Tierra y se muerde la cola». En Jötunheim, que es la tierra de los gigantes, Utgarda-Loki desafía al dios Thor a levantar un gato; el dios, empleando toda su fuerza, apenas logra que una de las patas no toque el suelo; el gato es la serpiente. Thor ha sido engañado por artes mágicas. Cuando llegue el Crepúsculo de los Dioses, la serpiente devorará la Tierra; y el lobo, el Sol.
El Libro De Los Seres Imaginarios
Jorge Luis Borges
