El domingo 1 de noviembre de 1992 en la página 11 C (sección cultural) del periódico El Tiempo de Bogotá, apareció publicado un anuncio (10 x 7.5 cm.) enmarcado por pequeñas estrellas

El proyecto, un simulacro curatorial, estaba dirigido a indagar sobre la producción de una franja de creadores desplazados o voluntariamente marginados de la corriente central del arte. Es decir lo más próximo a la definición Naif.¹
El proceso consistió en estudiar el material que llegaba, seleccionando lo más interesante para entrar luego en contacto con los artistas, con el fin de efectuar con ellos un contrato de compra que incluyera la libre disposición y uso de los trabajos adquiridos.
El objetivo final del proyecto era el de realizar una exposición de carácter museográfico, en un espacio de reconocido prestigio para remarcar el carácter simbólico del evento.
El proyecto se concentró en los trabajos de un “artista anónimo” quien aportó al proyecto más de 200 dibujos durante dos años.
El proyecto avanzó sumando también imágenes de un ámbito más cercano y evidentemente no profesional; las pinturas y dibujos de mi hija Mariana (2 años) que junto a los del dibujante anónimo fueron intervenidos y posteriormente mandados a pintar a un artista profesional en un formato diferente.
El proyecto “Estrellas de piedra” opera dentro de un espacio conceptual y sobre problemas contemporáneos del arte y la cultura, como la posición del artista frente a la producción de su obra y el cuestionamiento a su imagen pública.
Después de la radical introducción del concepto de Ready-made por parte de Duchamp, el objeto de arte perdió su aura ² y todas las operaciones intrínsecas a su producción entraron en una zona ambigua susceptible a toda suerte de abordajes.
Los artistas minimalistas y conceptuales acabaron por desmitificar el concepto de producción de la obra al delegar la ejecución de sus trabajos a talleres industriales y elevar a la categoría de OBRA DE ARTE producciones efímeras o de escaso valor matérico, cuestionando el rol del artista como hacedor-héroe.
La apropiación como estrategia típica del postmodernismo, socava los preceptos fundamentales del vanguardismo como la originalidad, la autoría y la autosuficiencia. La citación, la apropiación de imágenes, la paráfrasis y otras operaciones similares han convertido “el pillaje en una práctica cultural legitima” ³.
Desplazado el artista del centro de la escena, se permite el flujo de otras fuerzas, de otras miradas, de otros focos de producción del hecho estético.
Seleccionado el proyecto para el premio Luis Caballero del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá se presento en 1997 en la Galería Santafé del Planetario de Bogotá, involucrando las imágenes originalmente ejecutadas por Mariana y Mirella y por intervenciones del público a quien se invitaba a participar en la obra en un espacio dispuesto como taller abierto en una obra de carácter procesual. Las intervenciones de los asistentes fueron ampliadas a un formato mayor por medio de un pintor profesional contratado, quien está en la exposición ejecutándolas.
Una parodia crítica que lleva a la práctica el gran debate post moderno sobre la crisis de la autoría y reafirma la operación de delegación de la ejecución ya introducida por el artista en sus trabajos anteriores.
¹ Junto al desarrollo de la pintura en las distintas épocas estilísticas, se encuentra la actividad creadora de los artistas naifs, libres de la influencia tanto de disciplinas académicas como de la tradición y de los acontecimientos del mundo artístico actual. Representación plástica y realidad son una sola cosa en sus obras. Crean con ello una demostración ilustrativa -en el proceso artístico- de la identidad individual de la vivencia, como ocurre también en los niños y en los pueblos primitivos; una espontaneidad inconsciente que no diferencia entre “el ser” y su trasunto.
² “Los ready-made fueron un puntapié al objeto de arte para colocar en su lugar a la cosa anónima que es de todas y de nadie” Octavio Paz
³ Carolina Ponce de León
