5ª bienal de la Habana. Casa de Bolívar. La Habana. Cuba. 1994

ARTE – SOCIEDAD – REFLEXIÓN

Vista de la instalación Bizarros & críticos en la Casa de Bolivar. 5a Bienal de La Habana.

Mi participación en la 5ª Bienal de la Habana (06 May, 1994 – 30 Jun, 1994)

por invitación directa de la curadora Llilian Llanes fue realmente el evento que dió a conocer mi obra dentro de un circuito internacional más amplio.

La obra presentada correspondió a la serie Bizarros y Críticos de 1992 en la que fucionaba por primera vez elementos del arte precolombino con imágenes de la cultura pop contemporánea. 

La obra había sido exhibida anteriormente en Colombia en 1993 en la exposición del mismo nombre realizada en la Galería Arte 19 de Carlos Alberto González en donde obtuvo cierto reconocimiento crítico y ninguno comercial.

La deriva de la obra tuvo circunstancias accidentadas y extrañas.

La obra se retrasó en ser enviada a Cuba por tramites burocráticos de la cancillería colombiana que se encargaba de la logística.

Cinco días antes de la inauguración de la bienal estaba previsto el transporte.

El día del embarque recibí una llamada del aeropuerto indicándome que por un error en el volumen del despacho las cajas de la obra no podían ser embarcadas y la obra solo sería enviada 15 días después, esto implicaría que no estaría en la inauguración del evento lo cual sería desastroso pues la presencia de curadores y personalidades internacionales estaba prevista para los primeros días de la bienal.

Mi reacción fue la de quedarme paralizado en medio de un estado de total postración. Mi esposa Mirella Cabrera (Q.E.P.D) una mujer voluntariosa y decidida tomó las riendas del asunto y me obligo a ir al aeropuerto para ponernos al frente del problema. El encargado de la aerolinea, un hombre muy amable, se conmovió ante el relato de las circunstancias y trató por todos los medios de embarcar la carga. Por más de tres horas el funcionario hizo cálculos, acomodando y reacomodando las cajas sin poder resolver el problema. Repentinamente se apareció con una cara entre alegre y desconcertada y le dijo a Mirella: “Señora Usted debe tener algunos ángeles en el cielo porque de una forma que no logro entender pude acomodar sus cosas”.

Una vez en la Habana nos dispusimos a realizar el montaje en la casa de Bolívar, un espacio imposible con unas condiciones físicas muy complejas. Sin ventilación, con un calor infernal y una humedad asfixiante, estuvimos durante dos días con sus noches realizando el montaje de la obra que tenia una gran complejidad ya que debíamos fijar en las paredes del recinto mas de 2.000 círculos de papel autoadhesivo que no pegaban por la humedad y el encalado deleznable de las paredes. 

Finalmente, con la ayuda de varios espontáneos cubanos que generosamente se sumaron al montaje logramos tener a tiempo la obra faltando minutos para la inauguración. 

La obra tuvo una visibilidad extraordinaria, muchas miradas se fijaron en ella y los comentarios generales fueron muy favorables.

La obra fue seleccionada a partir de la exhibición en la Habana para participar en la exposición Die 5 Biennale von Havanna en el Ludwig Forum de Aachen, Alemania, museo del coleccionista Peter Ludwig patrocinador entusiasta de la bienal.

Pocos días antes de la inauguración viaje a Alemania obedeciendo a una intuición perturbadora, encontrándome con que mi obra no había sido montada. Los encargados me guiaron al deposito del museo para enfrentarme a un verdadero desastre. 

La obra que había sido empacada desde Colombia con los mejores sistemas de embalaje, fue enviada desde la Habana sin la menor protección. Se trataba de delicadas piezas de cerámica que fueron dispuestas en las cajas de madera con una mínima envoltura. La circunstancia quedó clara cuando descubrí que todo el material de embalaje, plástico de burbuja y espumas, había sido sustraído y utilizado para envolver la obra de varios artistas cubanos. Esto quedó en evidencia pues mucho de este material estaba  marcado cuidadosamente con mi nombre y los datos de las piezas. 

Yo exigí que la obra fuese exhibida en las condiciones en que llegó como una protesta ante la irresponsabilidad de la organización de la Bienal.

Efectivamente esto me fue permitido y varios medios registraron el suceso generándose una polémica y una gran tensión con la curadora de la Bienal que me pedía no hacer ningún escándalo para no afectar el evento, cosa a la que no accedí.

Pocos días antes de retornar a Colombia me encontraba en el lugar dispuesto para mi obra observando las piezas rotas sumido en una gran tristeza. Repentinamente apareció el mismo Peter Ludwig quien muy conmovido me dio un afectuoso abrazo y me dijo: “No se preocupe, su obra me encanta y quiero comprarla en las condiciones en que está y me comprometo a restaurarla con especialistas en arte precolombino”. Esto fue algo sorprendente. Regresé a colombia con la inmenza duda de que esta promesa se cumpliese finalmente. Dos meses después por debajo de la puerta de mi casa llegó un sobre con un cheque por el monto total del valor de la obra.

Peter Ludwig e Irene Moneheim

Las piezas fueron restauradas de manera impecable y entraron a formar parte de la colección permanente del museo, exhibiéndose por un periodo de varios años en un espacio privilegiado.

En el momento la instalación forma parte de la exposición Alternating dependencies en el Ludwig Forum con la curaduría Patrick C. Haas & Angela Theisen.

Sitio de la 5a Bienal de La Habana